¿Quién es muda voz… y escucho?
¿qué es ése árbol habitado por mi intimidad desconocida?, ¿dónde está?
¿quién o qué hace que esté yo allí y aquí…
… y escucho a sus emplumados habitantes en el eco de lo imposible?
¿qué hago mirando estos hierros míos que ha hecho otro?
¿tengo que entender… si puedo conformarme con escuchar?

El amante mediocre…
el que regala flores…
el que pone condiciones de azúcar para amar… se contentan con escuchar,
pero… los amores muertos matan,
no se posan en el árbol de la infeliz incomprensión,
solo son jaulas llenas de estúpidas preguntas que cantan trinos de razón pura,
exigen tiernos labios, plumas de colores, colorantes y conservantes para amar.

¡Sí!, ¡tengo que entender!…
…se lo debo a mis cantores desconocidos, a su árbol… suyo y mío;
ellos son el beso del óxido que los prejuicios amenazan como castigo.
Lo que escucho me llama y voy,
por una vez hago caso al sol negro y voy hasta lo exiliado y olvidado
como peregrino voy y allí… pájaros.

Antes de ahora fueron piedra de mineral y fuego y golpe de martillo
fueron canto sin voz y necesidad de cantar
fueron jaula sin preguntas ni necesidad de libertad
fueron…
hoy… ellos ahí y yo aquí… mirando.

Pico largo en el extremo del altivo cuello…
… es trono y majestad sobre tierras, entre aires, bajo aguas, todo y todo
porque,
cortejo al aire es canto en el enamorado errante sobre ramas de fuego íntimo,
… no llaman jaulas a los nidos de hierro los que entienden
… entienden los que ponen al fuego su inteligencia esperando…
… esperando al puro milagro que parece humo al que no entiende
y luego… inteligencia pura, y de la mano del alma…
… nunca acuden a los llantos en el funeral de sus abrasadas tonterías.