Y cuando lo útil pierde brillo y se llena de promesas,
y cuando su risa se pudre y se convierte en mueca,
y cuando el polvo lejano se acerca trayendo un agrio jinete
… lo inútil pone rumbo a la vida.
Churras y merinas se besan apasionadamente
… lejos del refranero, establo, y prado vallado;
es beso de amor lo suyo… donde florece lo inútil
en la muerte lenta y dolorosa de lo útil.
Otro mundo es lo inútil;
Desprecio y miedo lo anuncian,
“solo mirar” dicen las prudencias.
Cerbero deja sus marcas aquí,
cercano a la muerte… no es la muerte, pero comparten orines y olores.
Hogar y refugio para algunos,
mayúscula escombrera para todos los demás.
Cornelius Etxeberría es nombre falso de hombre auténtico.
Cornelius… abolengo de pan negro,
de espesuras y tiempo lento,
músico entre cigarras.
Etxeberría… flor de piedras,
menhir clavado con golpes de ancestros propios y ajenos,
historia hidalga de raza y genio en el blasón.
¿Lugar?… cualquier lugar. Casa Nueva es Hombre Nuevo;
y si es nuevo es…
divino y humano y nuevo y viejo y nace en los rastrojos de lo inútil
donde… churras y merinas son padre y madre.
Un Cornelius nace en un establo,
aprende sabidurías en el refranero.
pasta en los mismos prados que sus semejantes,
… en la primera mitad de su vida.
En la segunda mitad de su vida… se vuelve lobo.
No mata ovejas vecinas, amigas,
humanas vidas de otros rebaños;
en la segunda mitad de su vida… se come así mismo,
su lana, su estúpido balido, su espíritu gregario… son sus presas.
Y lejos del prado feliz, sobre la última piedra de lo alto…
aprende las odas del cuervo;
descifra los rumbos secretos del jabalí entre espinos y cuestas;
el rebeco le enseña a hacer trampas al vértigo;
de la discreta culebra… a pasar desapercibido y santa paciencia.
Heridas, trompazos y cicatrices aparte…
en soledad, en el horizonte…
entre líricos gruñidos golpea con los puños su pecho,
-excelsa expresión de exquisita elegancia en un gran mono-
en soledad, en el horizonte exclama: ¡Hombre Nuevo, Casa Nueva!
Quiere a su mujer porque sabe que no es suya,
su olfato le dice que… si lo fuese… no sería su mujer.
Enseña a sus hijos a despegar y aterrizar como las moscas,
a pescar tesoros en las alcantarillas,
a chuparse la sangre cuando se escapa.
El trabajo, si no es pasión también… no es trabajo, no es nada.
A los amigos los elije como los perros a los suyos… oliendo y no hablando.
Junto al joven fuego… las sombras de antaño están sentadas,
Ellas traen lo nuevo, el cofre de lo inesperado.
Ningún oráculo puede abrirlo;
El ímpetu es infantil, la ilusión… insuficiente.
Un Etxeberría no es el sueño de un imbécil.
Un Etxeberría son las manos de un obrero,
sus hábiles dedos están templados por la intemperie, noches al raso y músculo descansado
solo así descubre que…
Torquemadas y Caperucitas comparten, en la espesura, patíbulos y pastelitos…
… muy lejos del prado vallado, y muy lejos del prado vallado…
la aventura que se necesita no brilla, tampoco viene de frente ni espera sentada en una nube,
… está clavada en la espalda.
En la espalda viven las sombras de antaño. Se levantan.
Los viejos ancestros no dudan, se lanzan al joven fuego. Están felices.
¡Bailan los dedos del obrero!… el cofre de lo inesperado se está abriendo
hay dolores de parto…
flor de piedras está naciendo, y
el hidalgo blasón hace olas en el viento del humo.
El señor de la inmensidad, el gran lobo
es el más exigente de sus maestros.
Deja a Cornelius solo frente a su antiguo rebaño
y obliga al Hombre Nuevo, Casa Nueva, a su gran prueba:
Durante mucho tiempo… hambre y rabia es el Etxeberría,
durante mucho tiempo… venganza y justicia de colmillos,
pero…
… cuando el tiempo se cansa de ser tiempo… nunca más hace tic-tac
y se convierte en una ramita de romero y cosquillas en el estómago, entonces…
el agrio jinete que llegó envuelto en las intrigas del polvo… desmonta
sacude tonterías, tópicos, habladurías de pesebre
y lo inútil se muestra como lo que es…
anchura escondida
y prado vallado y bosque y serranía
y lanas y pelos y plumas y escamas.
El gran lobo solo le da permiso para hablar cuando…
ve la húmeda emoción en sus ojos nuevos.
Y Cornelius dice:
Churras y merinas se besan apasionadamente,
ellas son padre y madre.