Corné Nuham

Corné Nuhan nace en East London, Sudáfrica, en el año 1972. Siendo niño su familia se traslada a Johannesburgo donde vive, estudia y trabaja hasta la edad de 24 años, cuando decide dejarlo todo y se va a Cambridge. En Inglaterra descubre la Europa que viven los europeos; quiere experimentar todo, experimenta todo, trabaja en todo, y todo le interesa. No comparte fronteras y llega a España, Gipuzkoa, Donostia – San Sebastián, año 2007, desconoce el idioma y realiza trabajos no cualificados que le permiten vivir sin utilizar el idioma correctamente. Él es hábil, muy hábil con las manos, prospera, llega a trabajar en una calderería y allí emerge el escultor, año 2014. Esta pudiera ser una biografía del señor Human pero… no es la biografía de Corné.

Comenzamos de nuevo.

La vida de Corné se escribe con colores y formas y sonidos de Sudáfrica; ellos son los responsables de las muescas que lleva desde siempre en el alma viva. Y todo se transforma en misterio, las razones solo son excusas sin importancia; lo importante se mueve como un felino en lo más íntimo.

Pasea por todo lo civilizado con indiferencia y curiosidad infinita porque… allí, lejos, en su origen, tierra de zulús, tswana, sotho, swazi, ndebele, pedi… tribus todas en el hervidero del apartheid, él continúa viviendo; era un niño blanco hijo de un granjero en un mundo negro. Drama y genialidad. Su escuela son los fuegos que organizan los hombres de color después de las jornadas de trabajo, mujeres, muchos críos, ancianos. Aquél niño es aceptado como uno más entre ellos. Humo de hogueras, resplandores de fuego, comidas nativas, cantos, bailes, relatos de la ancestral tierra Hammanskraal, mucho antes de que los blancos llegasen allí, son la universidad… del niño… del adolescente… del escultor.

Escucha los secretos de la vida en idioma tswana, en idioma sotho; son su latín y griego. Lo que un europeo de pedigrí encuentra en textos de Kant, Platón, Heidegger, San Agustín, Wittgenstein… él lo encuentra entre máscaras, rituales, tambores, amuletos mágicos.

A veces un hombre negro le entrega, con todo el secretismo y misterio de una iniciación, una piedra muy especial que contiene la sabiduría de la tierra que pisan y que él debe descubrir durante su vida; otras veces, otro anciano… una raíz con formas enigmáticas, otro misterio, otro enigma, otra iniciación. Escucha a cada uno de estos hombres como a un Moisés recién descendido del monte Sinaí, y sin saberlo ni sospecharlo… Corné se está haciendo escultor en el vientre de África.

En la ciudad de Cambridge no se mueren sus paisajes de niño, de adolescente, ni sus habitantes ni sus cosas ni sus mundos. Comprende que él es hijo del sueño que su admirado Nelson Mandela quiso hacer realidad: El blanco puede convivir con el negro y el negro puede convivir con el blanco. Sin embargo Corné va un poco más allá, si cabe, y se ha convertido en un genuino hombre blanco negro negro blanco.

En Inglaterra conoce a una mujer española (escrito con minúsculas y pronunciado con mayúsculas), ella es el aire inmenso que necesita un hombre águila como él, mitad perfecto gentleman y mitad perfecto hombre silvestre. Desde entonces… él y ella y dos niños. Esta vez fue en Hernani donde un hombre blanco (también descendido del Sinaí) le hace una proposición mágica: “Si quieres, cuando acabemos la jornada de trabajo, puedes quedarte en la calderería para realizar tus esculturas”. ¡Sí, sí y sí! – responde.

Hoy en día… las chispas y sus firmas de fuego son agujeros en todas sus camisetas, manos como azadones convertidas en huertas donde cicatrizan y germinanlas virutas de metal. Ahora, Bushveld y el río Urumea están juntos.

Las obras de Corné… huelen, bailan, cantan, comen con las manos…
y si uno aprende a escuchar…ellas dicen: “¿Recuerdas…? Yo pertenezco a lo que tú eres, mucho más lejos de lo que alcanza la memoria”

Ahora, Corné, sonríe.